Las pistas que siguen en el caso del sacerdote muerto en un bar de Medellín

Cinco días han pasado desde la última noche de vida de Javier Eduardo González Pertuz, el sacerdote de 39 años que murió el pasado sábado 4 de febrero en un bar en la carrera 70A con calle 42, en Laureles, en Medellín.

Por eltiempo.com

El viernes 3 de febrero, el padre salió del Seminario Misionero San José, donde trabajaba formando a jóvenes y sobre la 1 de la mañana del sábado se encontró con otro hombre en el establecimiento comercial de la 70.

Se sentaron en la mesa del fondo del lugar y compartieron algunos minutos.

El administrador del bar le informó a la Policía que el sacerdote llegó en compañía de otra persona sobre la 1 de la mañana, tomaron unas bebidas y una media hora después el hombre que acompaña al sacerdote se retiró del lugar.

El hombre salió con el reloj, la billetera y el celular de Javier Eduardo.

El sacerdote quedó tendido en la mesa del establecimiento por lo que el administrador pensó que estaba borracho y lo sacó al andén del lugar porque ya iba a cerrar y llamó a la policía.

Cuando el cuadrante acude al lugar nota que no tiene signos vitales y de inmediato llaman a las autoridades pertinentes para hacer el levantamiento del cuerpo.

El rastro

Hay múltiples incógnitas que rodean el caso. Hasta el momento no se conoce el resultado del examen toxicológico que le efectuaron al cuerpo de Javier Eduardo para conocer si habría sido víctima de alguna sustancia que le causaría su muerte o si por el contrario habría sufrido algún paro cardiorrespiratorio.

Lo cierto es que los investigadores siguen la pista del sujeto que estaba con él en el bar y para ello siguen indicios con los que están armando el rompecabezas de los hechos.

Son más de 10 horas de grabaciones de cámaras de seguridad las que analizan fotograma por fotograma para conocer el recorrido de antes y después del hombre que acompañaba al padre.

Ya tienen varias huellas dactilares que están en cotejo para poder encontrar la plena identificación. Incluso, los investigadores han podido entrevistar a varios de sus familiares y amigos quienes han dado valiosas pistas sobre el hombre que acompañaba al sacerdote esa noche y quien tiene varias de las respuestas de esta misteriosa muerte en un bar de Medellín.

Hace 8 años Javier Eduardo se ordenó como sacerdote. Nació en Planeta Rica, Córdoba, y actualmente se encontraba ejerciendo como formador en el Seminario Misionero San José en Medellín y daba la misa dominical en la iglesia Jesús de la Buena Esperanza, en el barrio Belén Rosales donde justamente lo despidieron en una eucaristía el pasado lunes.


Source: la patilla

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