El militar que ejecutó a un guerrillero en Vietnam y terminó sirviendo comida en un restaurante de EEUU

El jefe de la Policía Nacional, Nguyen Ngoc Loan, ejecuta al guerrillero del vietcong Nguyen Van Lem en las calles de Saigón, el 1 de febrero de 1968. La foto de Eddie Adams dio la vuelta al mundo (AP Photo/Eddie Adams)

 

La mano que empuña el revólver Smith & Wesson .38, y el dedo que aprieta el gatillo, sirvieron años después pizza, hamburguesas, hot dogs y albóndigas de cerdo en salsa de pescado en un restaurante de Virginia, Estados Unidos. Es la mano y el dedo del jefe de policía de Saigón, Nguyen Ngoc Loan que el 1 de febrero de 1968, hace cincuenta y cinco años, y en plena ofensiva comunista sobre Saigón en la llamada Ofensiva del Tet, mató en plena calle y de un balazo en la cabeza al guerrillero vietcong Nguyen Van Lém.

Por infobae.com

Junto con el dedo de Loan sobre el disparador de su arma, disparó su cámara Minolta de treinta y cinco milímetros el fotógrafo de Associated Press, Edward “Eddie” Adams. La foto cambió para siempre la guerra la visión que el mundo tenía de la guerra de Vietnam y cambió también para siempre la vida de sus tres protagonistas. Lém, maniatado a la espalda, murió en el acto. Loan gano para siempre una fama de asesino que lo persiguió hasta el fin de sus días en Estados Unidos. Y Adams, que ganó el Pulitzer, se arrepintió siempre de haber cumplido con extraordinaria precisión su oficio: dar testimonio de la realidad.

Es extraño, pero la foto de Adams, fija, inanimada, tiene vida; despliega un extraño movimiento que permite imaginar el antes y el después. Parece describir la trayectoria de la bala, el estallido de la cabeza del prisionero y su posterior caída sobre el asfalto del centro de Saigón.

A partir de ese disparo y de esa foto, también los Estados Unidos empezaron a ver la guerra de modo diferente. Allí estaba el conflicto en toda su brutalidad y en toda su desesperanza. Oculta, estaba la gran victoria política y estratégica del Vietnam comunista.

El asesinato de Lém a manos de Loan ocurrió en medio de la Ofensiva del Tet, una operación militar planificada por el gobierno de Vietnam del Norte y ejecutada por su ejército y las fuerzas guerrilleras del Vietcong, concebida para provocar un impacto político, aunque resultase un desastre militar.

Tras la derrota de las fuerzas coloniales francesas, en 1954, Estados Unidos intervino en Vietnam, que se llamaba entonces Indochina, para evitar lo que entonces se llamaba la “política del dominó”, que auguraba que un estado comunista en la región convertiría al comunismo a los países vecinos, en especial a Laos y a Camboya. La política y la diplomacia americanas, junto a unos mil quinientos “asesores e instructores” militares, guiaron desde Saigón, la formación de un gobierno elegido por los vietnamitas y controlado por Estados Unidos.

Las fuerzas de ocupación francesas habían dejado, a la altura del paralelo 17, que partía en dos el Golfo de Tonkin y la franja de tierra costera, una llamada zona desmilitarizada. Por encima de ese paralelo, todo era Vietnam del Norte, un enclave comunista sostenido financiado y armado por la URSS y por China. Para Estados Unidos, Vietnam del Sur debía prevalecer sobre Vietnam del Norte. Para Vietnam del Norte, no había dos Vietnam, había uno solo y el comunismo decía luchar por su integración. En ese nudo se consumieron en diez años, las vidas de más de dos millones de vietnamitas y de cincuenta y ocho mil soldados estadounidenses, hasta la retirada total de las tropas de ese país, en abril de 1975.

La Ofensiva del Tet estaba destinada a ser un desastre militar. Vietnam del Norte lo sabía al lanzarla: había planeado atacar al menos quince ciudades de Vietnam del Sur, con epicentro en la capital, Saigón donde había fijado dos blancos: la sede del gobierno del Sur, y la embajada de Estados Unidos. Los comunistas calculaban que iban a perder miles de sus hombres, en su ejército y en la guerrilla Vietcong. Pero el objetivo político que intentaba alcanzar era el de conmover a la opinión pública del mundo, en especial a la de Estados Unidos, convencida por el gobierno del entonces presidente Lyndon Johnson de que Vietnam del Norte perdía su batalla.

Cerca de cuatro mil soldados americanos murieron en los días de aquella ofensiva que duró más de un mes, mientras que el ejército de Vietnam del Norte y el Vietcong perdieron a decenas de miles de hombres: los cálculos dicen más de cuarenta mil. La cifra exacta es aún un misterio. Y ese silencio es otro de los logros políticos del Vietnam comunista: si Estados Unidos transparentó de alguna forma aquella guerra, permitió que fuese filmada, la metió en los hogares americanos en los noticieros de las ocho de la noche, Vietnam del Norte la hizo en cambio secreta y clausurada: aún hoy hay toneladas de archivos que no han sido desclasificados por el Norte, entre ellos los que hacen mención a operaciones secretas y a ejecuciones sumarias de sospechosos de colaborar con el enemigo.

La Ofensiva del Tet, empezó el 30 de enero, día del año nuevo lunar para los vietnamitas. En Saigón, la batalla fue tremenda. Pese al ataque sorpresivo del Vietcong, que se había infiltrado en la ciudad desde semanas antes, la resistencia fue muy dura. Y estuvo a cargo de Nguyen Ngoc Loan, Brigadier General de la Policía de Saigón. Tenía treinta y siete años, había nacido en diciembre de 1930 en Hue, la vieja capital imperial, y al frente de sus fuerzas había conseguido romper las líneas del Vietcong en los suburbios de Saigón, aunque le había sido imposible impedir que miles de guerrilleros entraran al corazón de la ciudad y se unieran a las fuerzas “latentes” desde semanas antes de la ofensiva.

Mientras Loan, que participó de varios tiroteos, “barría” con sus hombres los barrios de la ciudad, el grupo más numeroso de vietcongs que había logrado hacerse fuerte en Saigón se dedicó a intentar copar edificios simbólicos y a desatar una oleada de asesinatos contra sacerdotes católicos, familias de clase alta del sur, familiares de soldados, oficiales y funcionarios a quienes degollaron y, en muchos casos, quemaron vivos.

También intentaron tomar la Embajada de Estados Unidos: abrieron boquetes en el muro exterior y llegaron a entrar a los jardines, pero fueron rechazados por un grupo de marines. Sin embargo, uno de los guerrilleros logró entrar a la residencia y fue eliminado por un funcionario que después relató todo, conmovido, ante las cámaras. Las duras batallas callejeras tuvieron también como escenario las radios oficiales y las sedes de la televisión de la capital de Vietnam del Sur. Los cálculos afirmaron luego que el Vietcong asesinó a cerca de tres mil civiles en la ciudad, antes de ser rechazados, apresados o matados.

Loan se prestó a recorrer los barrios de Saigón, ya controlados por sus fuerzas, junto a algunos periodistas. En especial, la recorrida se centró en el fascinante y peligroso Barrio Chino. Fue entonces que Loan vio que un grupo de sus hombres traían prisionero a un hombre delgado, vestido con ropas civiles, un pantalón corto y una camisa a cuadros: iba descalzo. Era Lém. Lém no era un desconocido para Loan. Por el contrario, era un guerrillero Vietcong de treinta y seis años, con un grado, capitán, y un nombre de guerra, “Bay Lop”. Era el líder de uno de los escuadrones de la muerte de la guerrilla comunista y había sido apresado en la puerta de una casa en la que se había cometido un crimen atroz.

En su monumental, y también indispensable, historia del conflicto, “La guerra de Vietnam – Una tragedia épica – 1945-1975?Max Hastings reveló que Lém acababa de degollar al teniente coronel de Vietnam del Sur, Nguyen Tuan, a su esposa, a seis de sus hijos y a la madre del militar, de ochenta años. Sólo había sobrevivido un hijo de Tuan, Huan Nguyen, de nueve años, al que dieron por muerto después de dispararle dos veces. Este fue el secreto que el Vietcong mejor ocultó sobre los trágicos hechos de aquel 1 de febrero: quién era Lém y y en cuáles circunstancias había sido capturado. Nada justifica el disparo de Loan. Pero todo condena el silencio comunista.

Junto a Loan y a Eddie Adams, en su recorrida por el barrio chino, también marchaba el camarógrafo de la NBC News, Vo Suru. Cuando Loan vio a Lém, se adelantó unos pasos y manoteó su revólver. Adams pensó, así lo dijo después, que Loan intentaba amedrentar o aterrorizar al guerrillero. Suru empezó a filmar. Loan, con el arma en la mano, hizo un gesto a sus hombres, un abanico de metal y plomo, para que se apartaran. Los hombres que traían a Lém entendieron de inmediato qué iba a suceder y se alejaron, dejaron al guerrillero vietcong, con las manos atadas a la espalda, frente a frente con Loan. Fue un instante.Loan estiró el brazo, apuntó el cañón de su arma a la cabeza de Lém y disparó. También disparó Adams. La cámara de Suru registró todo. Lém cayó sobre su costado izquierdo; del círculo que dejó el balazo en su cabeza surgieron espasmódicos chorros de sangre, según el pulso de su corazón, que se detuvo de inmediato.

Consciente de lo que había hecho, Loan meditó unos segundos y dijo a los periodistas: “Estos hombres matan todo los días a nuestra gente. Yo sé que Buda me perdonará”. También murmuró otra sentencia cargada de esa leve irrealidad que cabalga lado a lado con la lógica militar: “Si dudas, si no cumpliste con tu deber, tus hombres no te seguirán”,

La foto de Adams recorrió el mundo. Las imágenes en movimiento de la NBC News causaron, sin embargo, menos efecto que la dramática escena tomada por Adams. Ben Wright, director de comunicaciones del Dolph Briscoe Center for American History, explicó luego: “Hay algo en la naturaleza de una imagen fija que afecta profundamente al espectador y se queda con él. La filmación del tiroteo, aunque espantosa, no evoca los mismos sentimientos de urgencia y tragedia absoluta”. Adams ganó un Premio Pulitzer por esa imagen, por su sangre fría, por su alma de reportero de la que abdicaría años después.

Loan fue dado de baja en su cargo al año siguiente, después de ser ametrallado y herido de gravedad durante unenfrentamiento: debieron amputarle una pierna. En 1975, cuando los comunistas del norte se preparaban para copar Saigón y entrar con un tanque al mítico edificio de la Embajada de Estados Unidos para cargar de simbolismo a su victoria, Loan logró emigrar a Estados Unidos para seguir con su tratamiento médico.

La célebre periodista italiana Oriana Fallaci lo entrevistó para su libro “Nada y así sea”. En ese reportaje Loan admitió que había caído en una profunda depresión luego de ser dado de baja y que el verdadero motivo de la ejecución sumaria de Lém había sido porque el guerrillerovluchaba vestido con ropas civiles, lo que era una falta a las leyes de la guerra, además de una cobardía.

Loan, junto a su mujer y a sus cinco, se instaló en Alexandria, estado de Virginia, donde fue maitre en un restaurante. En 1976 compró una pizzería en bancarrota, reformó su horno en ruinas y abrió su propio negocio, Les Trois Continent (Los Tres Continentes) y se estableció en una pequeña casa de Burke Virginia, a unos treinta kilómetros de Washington. Rescató el alma de la pizza italiana, vendió hamburguesas y hot dogs del más puro arraigo americano, y siguió la receta de su madre para preparar algunos platos tradicionales de la comida vietnamita como los hoagies with crispy, unos sándwiches todo terreno, las albóndigas de cerdo en salsa de pescado y los infaltables arrollados primavera.

En su casa de Burke vivían con su mujer, sus cinco hijos, su madre, una sobrina: todos trabajaban en el restaurante. El día de Loan empezaba a las cuatro y media de la mañana, seguía con el viaje diario para llevar a sus hijos al colegio, después empezaba su tarea en el restaurante, con un breve intermedio por la tarde para curar los restos de su pierna amputada, y seguía hasta entrada la noche.

La guerra había quedado atrás. Pero su historia fue revelada por la prensa en noviembre de 1978. De inmediato, estalló una polémica sobre si Estados Unidos debía o no dar asilo a un criminal de guerra. El Congreso de Estados Unidos abrió una investigación y ese mismo año el Servicio de Inmigración y Naturalización sostuvo que Loan había cometido un crimen de guerra. El pedido de deportación encontró fuerte oposición. Primero, de parte del entonces presidente James Carter y también, durante la investigación, del propio Adams que, antes las cámaras de la NBC, se disculpó con Loan por haber tomado aquella foto que había condenado al militar y consagrado al fotógrafo.

La familia de Loan se quedó en Estados Unidos, pero vivió jaqueada por activistas de derechos humanos que acosaron a sus hijos en la escuela, amenazaban a su familia por teléfono en las noches y llegaron a herirlo a golpes y de gravedad en un estacionamiento. Loan murió de cáncer a los 67 años, el 14 de julio de 1998.

Después de la muerte de Loan, Adams escribió sobre él en la revista Time. Hizo un extraño mea culpa que cuestionaba en parte la profesión de la que él mismo era un miembro brillante, ganador de más de quinientos premios internacionales: “Gané un Pulitzer en 1969 por la foto de un hombre que disparaba a otro. En esa foto murieron dos personas: el que recibió la bala y el general Nguyen Ngoc Loan. El general mató al Vietcong; yo maté al general con mi cámara (…) Las fotos son las armas más poderosas del mundo. La gente las cree, pero las fotos también mienten, aun cuando no estén manipuladas. Son sólo medias verdades. Lo que la foto no decía es ‘¿Qué hubieras hecho tú si fueras el general en ese momento y ese lugar, en ese día caliente, y acabaras de agarrar al malo después de que matara a dos o tres soldados norteamericanos?”.

La única gran culpable de la tragedia, la guerra, salió libre de culpa y cargo del juicio hecho por sus víctimas. Eddie Adams murió el 19 de septiembre de 2004 en Manhattan, castigado por la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Tenía setenta y un años.

De todas las vidas en juego en esta historia, pervive Huan Nguyen, aquel chico baleado dos veces, que fue dado por muerto y permaneció por unas horas junto a su familia que se desangraba, degollados todos por Lém y sus secuaces. En la noche de aquel día de horror, logró escapar de aquella casa y llegar hasta la de un tío, un coronel de la Fuerza Aérea de Vietnam del Sur, que lo tomó a su cargo.

A los dieciséis años, junto a su familia adoptiva, logró llegar a Estados Unidos evacuado por la Séptima Flota. Decidió entonces unirse a la marina americana. Se graduó en la Universidad Estatal de Oklahoma como ingeniero electrónico y se especializó en la tecnología de la Información. Sirvió en Irak y en Afganistán.

En 2019 se convirtió en el primer contralmirante vietnamita de la marina de Estados Unidos.


Source: la patilla

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