La fobia arbitral tiene remedio: recusación, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Es el miedo aparentemente irracional y persistente que puede dirigirse hacia cualquier persona. El síntoma principal, consiste en el deseo de evitar el objeto o situación que da origen a la aprensión, generando una condición de ansiedad y angustia. Para el psicoanálisis, la fobia se originaría a partir de la eliminación de contenidos inconscientes, mientras que, en el nivel de los impulsos involuntarios, se genera por la exclusión de una idea.

El que puede hacer o decidir algo por sí solo sin dependencia de otra, se llama y es árbitro. Que, como autoridad reconocida o designada, concilia intereses o resuelve un conflicto; vigila la aplicación del reglamento, sanciona infracciones o fallos, valida resultados y cuyo criterio se considera mando. Debe ser discreto, prudente, reservado, juicioso, no busca el aplauso público, sino el cumplimiento de las reglas. La premisa es clara, indiscutible: por definición debe ser neutral, o no es árbitro. 

Tiene una inmensa responsabilidad, enorme compromiso, se le confió una tarea extraordinaria. La neutralidad y rectitud es una obligación, y deben ser implacables en la nitidez y pureza; ecuánimes, justos a toda prueba, y ejercer pleno respeto de su autonomía.

Poner en peligro la imparcialidad, es una insensatez imperdonable. Adelantar sentires y avanzar opiniones, que comprometan el concepto estricto de estar libre de perjuicios, abstraerse de consideraciones subjetivas, y centrarse en la objetividad. De no hacerlo, se impone de inmediato, con urgencia, la medicina higiénica de la recusación. 

Inexcusable, que después de advertido, se persista en emitir veredictos que parcializan futuras acciones, quebrantando flagrante el juramento de conciencia, moralidad e integridad, generando desconfianza, resaltando suspicacia que permanece vigente y con razón. No se puede mantener en silencio las observaciones reprobando el mal comportamiento y dañino precedente. De no corregirse, se dibuja un camino seguro al fracaso, frustración y desengaño.

Establecieron expectativa, pero se empeñan en desprestigiarla comprometiendo el funcionamiento, la transparencia y objetividad. La irresponsabilidad es perniciosa y mancha de dudas. Asumieron un encargo que no acepta desviación. Para lograr autoridad, se debe tener conocimiento del bien y del mal que permite enjuiciar moralmente, sentido ético propios de una persona, y comprensión claro y reflexivo de la realidad.

El árbitro en cualquier proceso, es recusable, pudiendo solicitarse su inhibición cuando hay duda razonable y potencial de su neutralidad. La recusación es un derecho, una forma de apartarlo de un proceso, cuando se considera cuestionada su rectitud; en consecuencia, se impugna, para garantizar independencia en justa administración. La recusación es un apartamiento, cuando una parte considera que su imparcialidad se encuentra comprometida. Se impugna como mecanismo para garantizar moralidad y autonomía. 

Independencia e imparcialidad son atributos de la personalidad del árbitro, se refiere a su posición y determina que sólo esté sometido a las condiciones de conciencia, sentido común y defensa de la legalidad. La imparcialidad más refiere a que no se dejará llevar por interés/es subjetivos o prejuicios por fuera de la correcta aplicación de la solución justa para el caso concreto. 

Las causales de exclusión pueden ser, entre otras: si hubiera intervenido o actuado en favor o en contra de alguna de las partes involucradas; si hubiere dado consejos o manifestado su opinión sobre el proceso a alguno de los interesados; si tuviere amistad íntima, o enemistad manifiesta con alguno de los participantes. Si hubieren recibido o recibieren beneficios de algún interesado; o si después de iniciado el proceso, hubiere recibido presentes o dádivas.

@ArmandoMartini


Source: la patilla

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