“¡Qué horror, querer matar a un sacerdote!”

El hermano del padre José Miguel Machorro mira cansado hacia una puerta doble de hospital, de esas que los médicos abren de golpe en las películas. De esta solo sale su hermana, abatida. Llevan cuatro noches esperando a que el umbral les traiga buenas noticias. Al sacerdote lo quiso degollar un hombre mientras oficiabla misa en la catedral de la Ciudad de México el lunes. Y casi lo logra. Se fue directo al altar y le clavó un cuchillo de combate en la yugular. Su sangre manchó para siempre el recinto sagrado y los fieles se preguntan si queda un solo lugar en México donde no se filtre la violencia.

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Source: El Pais

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