Sí hay un plan para detener los delitos en los colegios y la convivencia es la clave.
Fuente: ÚN
Mireglis Mertínez.-Ante los hurtos y el vandalismo reportados en algunas instituciones educativas en los últimos meses, docentes, estudiantes, representantes y autoridades gubernamentales suman esfuerzos para contrarrestarlos mediante la integración escuela, familia y comunidad.
Para Jehyson Guzmán, viceministro de Educación Universitaria, la estrategia se centra en “ocupar los espacios de los institutos generando la convivencia familiar entre escuela y comunidad como una forma de prevenir y evitar hurtos, daños a la infraestructura y garantizar la seguridad de los docentes y alumnos”.
A su vez, Alberto de la Hoz, director de la escuela Dr. Francisco Espejo, ubicado en el km 3, barrio Bolívar del sector La Parrilla, en la carretera Petare-Guarenas, aseveró que su proyecto pedagógico está “orientado hacia la integración familia-escuela-comunidad”. Por esa razón, durante los 15 años de docencia que tiene en el centro “no han tenido ningún tipo de problemas en materia de seguridad”.
Por su parte, Elizabeth Tovar, coordinadora general del colegio Lola Cabrujas, ubicado en la calle Argentina en Catia, afirmó que “hasta ahora no se ha presentado ningún tipo de robo ni problema de inseguridad en la institución”, pues los docentes, representantes, estudiantes, obreros y la comunidad están vigilantes ante cualquier situación.
La escuela cuenta con 184 alumnos de preescolar a sexto grado. En cada salón, hay dos patrulleros que se encargan -junto con un docente- de la seguridad del plantel a la hora de entrada, recreo y salida de la institución.
Los patrulleros portan un chaleco elaborado con material reciclado de color verde identificado en la parte delantera con el logo de la institución y en la espalda resaltan las palabras “patrulla escolar”. En el caso de los pequeños de preescolar y primer grado, estos solo portan un carnet que los identifica como patrulleros.
Otra de las instituciones que no reporta ningún incidente es la escuela Abajo Cadenas, en el barrio 12 de octubre de Petare, municipio Sucre (Mir), donde hacen vida más de 620 estudiantes, quienes junto con sus docentes y los obreros han logrado un acercamiento con los vecinos que les ha rendido frutos al darles la posibilidad de hacerse cargo del resguardo de las instalaciones. Se trata de “una comunidad con sentido de pertenencia hacia la escuela”, explicó Edward Pérez, director del colegio.
En el día cuentan con porteros para resguardar las instalaciones; en la noche, son la comunidad y la Policía Nacional Bolivariana los encargados de estar vigilantes, según Pérez.
Además, disponen de una brigada de niños y padres que ayudan a vigilar a los menores cuando ingresan a la escuela junto con porteros y profesores de guardia.
Los directores entrevistados coinciden en que “no puede haber un divorcio entre comunidad y escuela”, pues de ello depende el resguardo y la seguridad tanto de los bienes de las instituciones como de las instalaciones.
Convivencia familiar. Son muchas las actividades culturales, recreativas y familiares que se desarrollan los fines de semana en algunos planteles de la ciudad capital.
En el caso de las instituciones consultadas, encontramos que se realizan charlas y conforman una escuela para padres, a fin de rescatar los valores.
Igualmente, desde 2016, muchas de esas instituciones efectúan conjuntamente con el Ministerio Público, la ONA y la Lopna una serie de charlas de protección respecto al bullying y la responsabilidad penal de los adolescentes.